martes, 8 de octubre de 2013

Un visitante inesperado

En el cielo de una noche despejada en una ciudad sureña de un país caluroso se encontraban Mateo y Patricia mirando las estrellas como hacían cada jueves por la noche, les encantaba tumbarse en el cesped y sentir el rocío en sus pies descalzos, todos y cada uno de los jueves desde hacía 3 años, lo que ya duraba su relación, se habían tumbado en ese mismo sitio a contemplar las estrellas, habían visto estrellas fugaces, cometas, y leyeron juntos multitud de libros de astronomía, cada jueves, durante 3 años.

Ese jueves en concreto era el día en el que hacía 3 años que habían empezado a ir a aquella pradera juntos, los dos jovenes estaban muy ilusionados ya que habían conseguido un telescopio y con el podrían observar muchísimo mejor las estrellas. Mateo había estado todo un verano trabajando para conseguir el dinero que les hacía falta para ello, la gran noche había llegado.

Ambos llegaron puntuales y deseosos de probar el nuevo telescopio y cerciorarse de que funcionaba correctamente. Colocaron el trípode, la base, y por último el telescopio nuevo recien sacado de su conveniente precinto y esperaron a que la noche fuese más cerrada y pudiesen ver con mayor claridad las estrellas. Cuando ya la noche era oscura y las estrellas estaban en lo más alto, Mateo cedió el primer vistazo a su querida Patricia, que agradeció con un sonoro beso. Quitó el protector del visor principal y dirigió el nuevo telescopio hacia las coordenadas donde se encontraba el planeta Venus que sería visible esa misma noche. Y ahí estaba, resplandeciente, de un color grisaceo, una experiencia que jamás olvidaría, rápidamente pidió a su pareja que mirase, y mientras esta lo hacía Patricia vió como un pequeño haz de luz surcaba todo el cielo, pensandose que era una estrella fugaz, pidió un deseo. Pero la luz volvió de una manera extraña, se paró justo donde estaban ellos y bajó a una velocidad a la que jamás habría llegado nada inventado por la raza humana. La luz se detuvo entre unos árboles, sin hacer ningún tipo de ruido, sin crear un una corriente de aire, si fuese un meteorito habría hecho estallar todo, pero no, eso no era un meteorito, Patricia dejó a Mateo mirando los planetas, ensimismado mientras ella iba a investigar qué había ocurrido, se dirigió hacia donde la luz parecía haber caido, apartó una serie de matorrales que le impedian el paso y ahí estaba, era una especie de esfera brillante que flotaba y que no emitía ningún tipo de ruido. Patricia, alucinada con esa esfera, lejos de salir corriendo se acercó y cuando lo hizo la esfera brilló aún más y comenzo a subir lentamente y Patricia del susto cayó al suelo quedandose así sentada en la hierba. Unos instantes después, la luz se dirigió fugazmente hacia la chica y se introdujo dentro de ella y un instante después, todo se volvió negro para Patricia.

Mateo levantó la mirada para avisar a Patricia algo que había visto, que no sabía bien qué era, y cuando miró ella ya no estaba, miró a su alrededor y ni rastro de ella, gritó su nombre y no hubo contestación, la buscó desesperadamente por los alrededores sin hallarla hasta que ella apareció detrás de unos matorrales, con los ojos ausentes, mirando al horizonte, hacia un punto fijo indeterminado, se dirigía directamente hacia Mateo, sin pestañear, sin mirarle, totalmente ida. Cuando Mateo la intentó parar, fue imposible, le empujó con una fuerza que nunca había conocido en ella y el joven cayó de bruces contra el suelo, y un sonoro crack salió de su tobillo derecho, no podía levantarse, no podía parar a su querida Patricia mientras ella seguía un camino poseída por algo que no era de este planeta hacia quien sabe qué destino.

martes, 1 de octubre de 2013

Algo..

La peor de las sensaciones no es que algo se acabe, si no que sientas que aún queda una posibilidad pero todo parezca realmente acabado....

Cuando lo das todo en algo y no sale bien... esas cosas que te rompen. Esos sentimientos que piensas que jamás volverán.

Algo se ha roto definitivamente y siento que para siempre. Y no se si alguien va a luchar alguna vez por recuperar ese algo.

No se si alguien alguna vez va a luchar por mi.

Ya solo queda seguir hacia delante, no mirar atras, no arrepentirse jamás.

Me he cansado de luchar...

No puedo más.