domingo, 23 de febrero de 2014

II Guadalhorce

II Guadalhorce


Debía hacer lo más lógico y más seguro que era llegar al aeropuerto a través de los caminos sin asfaltar evitando las carreteras principales y los pequeños núcleos urbanos que rodeaban el aeropuerto así como los polígonos industriales. Sabía la ruta el camino era muy sencillo, solo tenía que seguir el cauce del río Guadalhorce el cual gracias a ese lluvioso invierno estaba rebosante de agua y debido al apagón generalizado de la ciudad muchísimo más limpio que lo que cualquier malagueño habría soñado jamás, así con ese camino se aseguraría abastecimiento de agua y un camino bastante en linea recta hacía su destino.

Salir de su casa fue fácil al igual que caminar por el pueblo totalmente a oscuras en el que el toque de queda era cuando el sol se ponía, no había una sola alma en las calles y mucho menos vigilando las zonas que no tenían ningún acceso por carretera ya que por aquel entonces había que preocuparse mas por cualquier ser humano vivo que por los muertos.

Bajó con cautela hasta las mediaciones de la carretera principal del pueblo la que distaba unos 10 minutos a pie desde su pequeño barrio, caminó semi agachada para ocultarse mejor en la oscuridad, si la descubrían la mandarían a casa con sus padres y perdería su unica oportunidad de partir en busca de su prometido.
Cuando llegó a la carretera principal tuvo que seguir un poco más hacia arriba ya que debía ir al puente que te permitía cruzar el Guadhalorce, era el punto más sensato desde el que empezar su travesía. A pie calculó que tardaría unas 6 horas si todo iba bien, aún así salió de casa 48 horas antes para ahorrarse ir demasiado aprisa y cometer algun error fatal.

Como imaginó el puente estaba cortado y bien vigilado, 3 guardias protegían esa entrada de las personas o de cualquier cosa que intentara venir desde el exterior. Aun quedaban unos 40 metros hasta su objetivo, la ladera lateral donde los domingueros y las familias pasaban horas recreandose con el buen tiempo y dandose chapuzones refrescantes cuando el agua del río lo permitia. Ella misma había estado ahí de pequeña con su familia un recuerdo que le hizo sentir ganas de volver atrás pero que eliminó de un plumazo ya que su mente debía estar despejada.

La ventaja que tenía para con los guardias residía en que ellos miraban al lado contrario de la carretera del que ella estaba agazapada entre dos coches que yacían inútilmente aparcados desde hacia tiempo, miraba su objetivo, la pequeña rampa que le llevaría hacia la parte de abajo de la ladera, luego sería tan solo cruzar el puente por debajo y seguir la corriente del agua que pasaba muy de cerca del aeropuerto. 

El plan estaba claro, lo tenía todo medido y aunque nunca había sido una gran atleta tenía que hacerlo, solo debía correr lo mas en silencio posible y lo mas agachada que pudiese para recortar su sombra. Los guardias poseían linternas así que si la pillaban jamás podría correr más que tres atléticos jovenes.
Respiró hondo varias veces, notaba que su corazón se aceleraba y que la adrenalina golpeaba sus músculos, era el momento.

- Ahora o nunca - repetía una y otra vez en su mente.

Se decidió a salir de entre los dos coches y corrió tanto como la postura lo permitía y sus poco entrenadas piernas la dejaban, siempre mirando hacia donde los guardias se encontraban atenta a sus movimientos. Seguía corriendo a una velocidad tremendamente lenta o eso le parecía a ella. 30 metros. Cada medio segundo pasaba la vista de un guardia a otro que encendían las linternas a intervalos para observar el otro lado de la carretera. 20 metros. Pero si oían algún ruido procedente del interior no dudaría ninguno en ir a investigarlo. 15 metros. Cada vez lo veía mas cerca, una vez en la ladera podría tumbarse y escaparia de su linea de visión. 10 metros. Lo iba a conseguir. Ya veía la meta. Seguía observando a los guardias que continuaban sin inmutarse lo más mínimo por lo que no vio un pequeño bache en las maltrechas carreteras que la hizo tropezar, la caída fue tremenda, se dio de bruces contra el suelo aunque fue suficientemente rapida y puso las manos anteponiendose al golpe, se levanto rápidamente y agradeció a lo más sagrado tener un coche mal aparcado cerca ya que le sirvió de cobertura. Se agacho por el lado de la rueda para que no le vieran los pies y esperó unos segundos que le parecieron eternos. Sólo le quedaban 10 metros hasta su objetivo. Pero no podía arriesgarse a que hubieran oído el golpe, sus manos lucían unos feos arañazos que no sangraban en demasía pero que aún así tendría que curarselos mas tarde. No parecía haber atraido la atención de los guardias hasta que se oyó algo desde un sitio cercano.

- Voy a ver que es lo que ha sido ese ruido. - la voz sonaba a solo unos pasos de donde se encontraba ella.
El corazón se le iba a salir del pecho, tenía el hacha colgada de su cinturón y agarró el asa sin saber bien que haría con ese arma en cuanto la descubrieran. ¿Mataría a ese chico? Su voz le resultaba familiar, quizá le conocía. Y quizá tendría que acabar con su vida.

Escuchó como se acercaba mientras desenfundaba el hacha y justo cuando iba a acometer contra la sombra que aparecía ya por la parte trasera del coche un rostro familiar completó la sombra que se acercaba. Era Jairo el hermano de Ainhoa, su mejor amiga a la que hacía muchísimo que no veía ya que se fue a vivir con su pareja a la capital, el la vio con el hacha en la mano y en posición preparada para atacarle pero también vio su expresión aterrorizada, estaba claro que no quería hacerle daño.

- ¿Qué has visto Jairo? - le preguntó uno de los guardias.

Jairo levantó la vista y miró al guardia, volvió a mirar a Silvia con arrepentimiento en su rostro y al mirar de nuevo al guardia gritó.

- No ha sido nada, parece que el viento ha movido algunas piedras. Esta todo despejado. - volvió a echar el último vistazo a la amiga de su hermana y con un imperceptible movimiento de labios Silvia pudo entender "encuentrala" a su vez ella susurró un "gracias".

Esperó a que su corazón volviese a latir a un ritmo un poco más sano y normal. Había estado apunto de tirarlo todo por la borda pero Jairo la había salvado, jamás podría encontrar a su hermana ya que la ciudad estaba casi impracticable por lo que había oído de las últimas personas que intentaron entrar al pueblo. Ojalá pudiera hacer más por ella pero tenía una misión y solo le quedaban 10 metros hacia la ladera. Volvió a respirar y esperó a asegurarse de que los guardias no miraban hacia su dirección este era el punto mas complicado así que intentó ir mas despacio y con mas cuidado, salió de su cobijo y esta vez caminó hacia la ladera. Ya había recorrido unos 2 metros y la impaciencia se apoderó de ella así que se olvidó de los guardias por un segundo y corrió hacia la rampa de tierra que llevaba hacia el río hizo algún ruido pero llegó a donde se proponía se sentó apoyando su espalda al metal del puente y esperó unos instantes intentando contener su respiración, no estaba acostumbrada a ese tipo de esfuerzos. No oyó nada de lo que tuviera que preocuparse así que empezó a bajar tratando de hacer el mínimo ruido posible ya que si escuchaban algún ruido aún irían a investigarlo por que algunas personas ya trataron de colarse haciendo lo mismo pero desde el otro lado y los descubrían cuando chapoteaban al nadar en el agua. Era impresionante los sonidos que ecuchabas cuando toda la ciudad estaba sumida en el silencio.

Llegó a la parte del río y vio el camino que llevaba por debajo del puente, con la crecida del río se habia hecho estrecho pero aún era transitable solo tendría que pasar agachada y con cuidado de no resbalar. Lo cuál no le supuso demasiado inconveniente ya que llevaba un buen calzado, cuando cruzó el puente empezó a caminar por la rivera del río con sumo cuidado, aún estaba a la vista de los que custodiaban el puente. En cuanto el río hizo su primer giro hacia la izquierda y desapareció de la vista el puente se sentó y lo disfrutó como si estuviera comiendo en el mejor restaurante del mundo. Vio como un haz de luz iluminó el camino que ella acababa de atravesar hacía 5 segundos y respiró aliviada, había pasado lo más dificil. Ahora tan solo tendría que caminar por ese camino hasta encontrarse con el aeropuerto.

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