sábado, 1 de marzo de 2014

III El camino (1 parte)

III El camino

Había caminado una hora a oscuras ya que la luna estaba llena y podía ver donde pisaba, pero el cielo comenzó a nublarse y la visibilidad se hizo totalmente nula. Quedaban unas horas para el amanecer y maldijo a las nubes por retenerla durante lo que quedaba de noche, aunque en cierto modo lo agradeció, nunca había sido una persona deportista así que caminar durante una hora por ese lodazal la había agotado desmedidamente.

Sacó su saco de dormir y se tumbó encima de una zona de hierba que estaba húmeda pero que era mejor que el barro. Y miró al cielo y volvió a maldecirlo por no dejarla continuar su camino.

Sus ojos apenas se cerraron durante unos minutos en las siguientes horas escuchando todo lo que la rodeaba, el viento moviendo las hojas de los árboles la corriente del río bajando con fuerza hasta su destino en el mar mediterráneo y los sonidos que de vez en cuando la ciudad emitía, sonidos que se transmitían por una ciudad a oscuras provista de los ruidos de antaño como fábricas, vehículos, y lo mas importante, no se escuchaba un solo ruido humano y eso era lo que mas la atemorizaba. De vez en cuando se oía alguna fuerte explosión en la ciudad que se hallaba a unos largos 20 kilómetros pero aún así la explosión se escuchó como si fuese unos metros al lado de su saco de dormir. "Algún fuego incontrolado por la ciudad habrá llegado a alguna gasolinera y habrá volado todo por los aires" era la única explicación lógica que podía sacar de esa explosión y probablemente tuviera razón ya que no existían ya los cuerpos de bomberos ni ningún ser humano que pudiese controlar todos esos incendios. La ciudad estaba perdida. Y su corazón se desmoronó cuando pensó que todo eso llegaría a su pueblo del que acababa de escapar. Se sintió culpable y por un segundo casi se levanta de su saco de dormir y desanda sus pasos pero el deseo de encontrar vivo a su prometido era mas fuerte que todo eso, su misión era encontrarlo rápidamente y que no fuese demasiado tarde. El cansancio del camino estaba poco a poco consumiéndola y sus ojos se cerraban inevitablemente. Le vendría bien dormir unas horas.

Un bebé lloraba en una habitación de la casa en la que se encontraba, no sabía como había llegado ahí pero se levantó y fue en busca del llanto del niño, abrió la puerta y ahí estaba la cuna. El llanto provenía de ahí, se asomó al interior y ahí estaba, un precioso bebé con el pelo castaño y unos ojos preciosos azules. En cuanto la vio paró de llorar la miró un segundo y el llanto se convirtió en la risa que tiene un bebé que te hace querer abrazarlo, el bebé estiró los brazos queriendo que su madre le sostuviera en ellos y le protegiera y eso hizo Silvia, cogió a su bebé y lo meció durante unos instantes hasta que en la habitación entró alguien más.

— He oído a Hugo llorar, ¿está bien cariño? — era el, su prometido y ahí estaba de pie junto a ella y su bebé. Todo iba bien.

Un ruido les sobresalto a ambos, alguien había entrado y había tirado la puerta abajo, ruido de muchas pisadas subiendo por las escaleras arrastrándose por ellas. Cerraron la puerta y al momento la echaron abajo. Cientos de esas criaturas entraron en la habitación y juraría que en esa habitación no había tanto espacio. Cientos de miradas les miraban ansiando su carne y su sangre cientos de cuerpos algunos desmembrados otros con feas heridas en el cuello o cara, era un espectáculo digno del mismísimo infierno.

Se quedaron un instante que pareció una eternidad mirándolos fijamente hasta que el primero de ellos se lanzó contra su prometido que intentó luchar y zafarse, y lo consiguió con el primero pero al hacerlo todos se abalanzaron contra el, los gritos de dolor podrían oírse seguramente en cualquier parte de la ciudad. Vio como le devoraban y en un abrir y cerrar de ojos todas sus cabezas se levantaron dejando a la vista los restos de lo que un día fue su prometido y la miraron a ella. O más bien miraban a su bebé que parecía divertido ante tal situación por que les echaba los brazos como si de un familiar se tratase. Silvia intentó correr lo más rápido que pudo pero la puerta cada vez de iba mas lejos y los monstruos cada vez más cerca hasta que le agarraron una pierna lo que le hizo caer de bruces al suelo haciendo perder al bebé de sus brazos, todos los monstruos le rodearon rápidamente dejándola a ella a un lado, es como si quisieran que viera como iban a despedazar a su pequeño querían hacerla sufrir. El primero de ellos se abalanzó contra el bebé y le dio el primer mordisco que extrañamente hizo al bebé reír. Cuando todos se abalanzaron a por su tierna carne las risas cesaron y Silvia despertó empapada en sudor y jadeando. "Ha sido solo un sueño" se decía para calmarse.
Lo cierto es que no era la primera vez que soñaba con eso, casi todas las noches desde que todo empezó el sueño había sido recurrente, casi a diario.

La luz de las primeras luces del amanecer ya se vislumbraban en el horizonte y calculó que había dormido unas 4 o 5 horas mucho mas de lo que esperaba aunque se levantó agradecida de ese tiempo de descanso, no sabía si tendría muchos más momentos como ese. Recogió el saco de dormir y lo volvió a meter en la mochila no sin antes haberse visto en una lucha por conseguir meterlo en su funda correctamente.

Al menos las nubes habían desaparecido y parecía que el día estaría despejado, aun le quedaban casi 40 horas para la salida de su vuelo y calculaba que le quedarían unas 5 de viaje si todo iba bien.

Con la mochila a las espaldas la pequeña hacha de mano en su cinturón y con la mente algo descansada emprendió de nuevo su camino río abajo.

Una columna de humo se veía salir de la ciudad, tenía que ser un incendio gigantesco para provocar todo ese humo. Es como si la propia ciudad invitara hasta a las ratas a marcharse de ella y desde luego Silvia no estaba dispuesta a ir hacia ella aunque le preocupaba sobremanera su amiga Ainhoa hacía mucho que no tenía noticias de ella y no sabía si estaría bien, ni si quiera sabía si estaría viva, esperaba que si con todo su corazón.

Su mente divagaba en que habría sido de todos sus amigos que vivían en la ciudad y en casi todos los casos los imaginaba muertos y vagando por las calles ya que era la suerte que corrían la mayoría de las personas de la ciudad para su desgracia y para desgracia de todos los que seguían vivos.

El camino cada vez se iba haciendo mas difícil, todo estaba lleno de lodo y barro y le costaba dar un paso tras otro así que miró a su alrededor. Había una pequeña carretera secundaria que la llevaría también a su destino pero que la haría pasar por las proximidades de algún pueblo de los alrededores del aeropuerto lo que implicaba con máxima seguridad problemas.

Alejarse del agua para ella era sinónimo de peligro pero el camino ya era casi intransitable salvo que empezara a nadar y no le convendría nadar durante tanto tiempo en aguas que estaban excesivamente frías no quería coger una pulmonía en ese preciso instante así que subió la pequeña pendiente que separaba la orilla del río de la carretera no sin esfuerzos ya que el barro la hacía resbalar más de lo que le gustaría.

Una vez en la carretera todo parecía desierto la luz del día dejaba ver un tramo de asfalto muerto donde antes circulaban coches e incluso en horas puntas los atascos eran considerables, era muy triste ver todo aquello de esa manera pero no tenía tiempo de pararse a pensar en todas esas cosas y mucho menos en ponerse nostálgica en ese instante. Siguió caminando por la carretera que conectaba los pueblos Estación de Cartama y Churriana en el cual tendría un grave problema para cruzarlo si la orilla del río no era transitable por esa zona, rezaba por que si lo fuera y no tuviera que cruzarse con ninguno de esos monstruos.

A lo lejos a unos 200 metros ya se empezaron a divisar las primeras casas, pequeños barrios construidos a los alrededores de los pequeños pueblos para alojar a una población cada vez mayor, se estaba acercando a su destino pero conllevaba un peligro que ella no había previsto, cruzar barrios y puede que hasta un pueblo. Creía que todo el camino lo haría por el río pero a esa altura seguía siendo intransitable salvo que quisiese dejarse ahí todas sus fuerzas para recorrer tan solo 1 kilómetro. Se paró unos segundos atemorizada, necesitaba respirar y hacerse a la idea de que era muy probable que se encontrase algún monstruo por esa zona, se veían varios coches abandonados con las puertas abiertas en los arcenes de la carretera, tenía que cruzarlo rápido y buscar después algún punto por el cual pudiera cruzar el pueblo entero por el río y si no era transitable, bueno, tendría que apañárselas para pasar por un pueblo probablemente lleno de monstruos.

Iba andando cautelosamente mirando cualquier movimiento a su alrededor, se asustó al ver como unas hojas se movían por culpa del viento, su corazón estaba demasiado acelerado para pensar con claridad. Ya estaba cerca del primero de los 3 coches abandonados un opel astra azul oscuro con las puertas abiertas pero había algo extraño en la parte del copiloto, algo sobresalía de la puerta parecido a un palo grueso, una rama de árbol pensó que sería pero su curiosidad venció en ese momento al miedo y echó un vistazo al interior de ese antiguo astra y lo que vio hizo que se llevara las manos a la boca y le sobreviniera una arcada la cual no pudo evitar y acabó vomitando en el asfalto de esa carretera secundaria de las afueras de la ciudad. Un cadáver estaba en el asiento del piloto con el cinturón de seguridad abrochado y tumbado hacia el lado del copiloto con la mano estirada, como si quisiese alcanzar algo, el pelo casi se le había caído por completo y su cara era mas parecida al de una calavera humana que a cualquier rostro, se fijó bien y vio que tenia un agujero en la parte frontal del cráneo, un agujero muy pequeño para ser de bala, supuso por las películas ya que no tenía ni idea de como era un agujero de bala.

Siguió caminando e inspeccionó desde una distancia prudente el interior de los otros dos vehículos, un seat ibiza rojo y un peugeot 206 gris no había nada en ninguno de ellos pero si señales de lucha y sangre, mucha sangre reseca que manchaba los parabrisas y los salpicaderos de ambos coches, era un espectáculo dantesco que si no hubiera vomitado unos segundos atrás todo lo que tenía dentro lo habría hecho al notar el olor a podredumbre que reinaba a partir de ese punto.

Dejó los coches atrás y se internó en el área de las casas, había una parada de autobús y una calle que giraba hacia la derecha donde unos metros mas arriba empezaban unas hileras de chalet adosados que no parecían tener mejor aspecto que los coches así que decidió no ir a mirar por puro miedo, ya que pronto empezaría a necesitar algo de comida y ahora que acababa de vomitar volvía a tener hambre así que se apartó de la carretera lo máximo que pudo y se sentó en el mismo campo, rodeado de algunos limoneros que habían estado vallados durante algún tiempo ya que no quedaba demasiado de aquellas vallas. Tenía las casas a su derecha a una distancia bastante prudente y la carretera a su izquierda tenia cubiertos casi todos los ángulos así que se descolgó la mochila y sacó una de sus dos últimas latas de melocotón en almíbar, también tenía otro par de latas de judías que dejaría para mas adelante, ahora se le antojó algo dulce así que abrió la lata y empezó a comer, tenía bastante hambre así que devoró la lata con bastante rapidez. Tiró la lata y miró un segundo al cielo despejado, imaginándose que todo estaba bien, cerró los ojos y se imaginó con su prometido haciendo el amor en su propia cama y abrazándole al terminar seguía en sus ensoñaciones cuando notó que algo metálico le presionó la cabeza haciendo que abriera los ojos e intentase incorporarse rápidamente.

— Yo que tu no me movería rubita. — una voz masculina sonaba a su espalda e hizo lo que le pedía no movió un músculo, aunque involuntariamente temblaba, estaba atemorizada, estaba bien jodida

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