lunes, 31 de marzo de 2014

IV Churriana (Parte 2 de 2)

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El camino hacia el pueblo había sido extrañamente tranquilo, parecía ser la calma que precede a la tempestad, en cuanto avanzaron unos cientos de metros por las calles mas alejadas del centro de Churriana empezaron a ver como las arterias principales que cruzaban el pueblo estaban atestadas de muertos que andaban arrastrando sus pies, la visión de todas esas cosas que en su día tuvieron una vida, que en su momento fueron personas como ella y que ahora vagaban por el mundo con la única necesidad de desgarrar y morder toda la carne que estuviera viva para así engrosar su ya de por si numeroso ejército.

Se habían armado con unas maderas con clavos que encontraron al entrar al pueblo, estaban llenas de sangre por lo que dedujeron que eran de segunda mano, por llamarlo de alguna manera.

El plan en la teoría era fácil, rodear el pueblo lo más rápido posible por las calles que precisamente estaban menos pobladas para acabar llegando a la casa donde vivían los padres de la mujer de Rafael, en la que con muchísima suerte se encontrarían ellos aguantando como pudieran. Por el camino apenas habían pasado cerca de un par de esas criaturas que estiraban sus brazos intentando alcanzarlos, pero su marcha era lenta y torpe. Todo parecía ir bien hasta llegar a tan sólo un par de calles cerca de su destino, casi un centenar de criaturas se agolpaban en uno de los parques mas grandes del pueblo, cortando casi todos los accesos a la calle donde debían ir.

— Rafael, no hay manera de que podamos llegar... Ven conmigo al aeropuerto, quizá han intentado huir hasta allí. — Silvia intentaba darle esperanzas donde sabía que no había.

— No pienso abandonarles, si están vivos, estarán ahí, ¿acaso no harías tu lo mismo por tu familia? — Esa pregunta hizo que el corazón de Silvia se removiera dentro de su pecho, sabía que en su pueblo estaban preparados para luchar, pero si lo pensaba detenidamente, en realidad había abandonado a su familia.

— Claro, te comprendo, busquemos otra alternativa. — No podía abandonar a ese hombre y ella le necesitaba para poder cruzar el pueblo.

Miraron a su alrededor buscando algún tipo de solución pero se antojaba imposible, era imposible llegar a través de los tejados, la red de alcantarillado era inviable ya que era bastante moderna y no se trataba de túneles por donde pasaba el agua como Rafael sabía que eran en Málaga. Pero entonces Silvia vio algo que le trajo a su mente recuerdos de hacia hacía casi cuatro años cuando estudiaba, ahí estaba con sus cuatro ruedas, llena de polvo y con las puertas abiertas, y unas luces bien bonitas y grandes en el techo. Una ambulancia, Silvia había estudiado para ser técnico de emergencias sanitarias y sabía como usar y como conducir una ambulancia por lo que también sabía como encender las sirenas de la misma. Se lo contó a Rafael, le dijo que podrían encender las sirenas de la ambulancia, contando con que estas aun funcionasen , y atraer a todos los monstruos hacia ella, dejando alguno de los caminos despejados para entrar a la calle a la que necesitaban llegar. La ambulancia estaba en una de las esquinas del parque pero para su suerte no había muchos muertos alrededor por lo que en teoría podrían acceder a ella, encender las sirenas y esconderse en alguna parte para esperar que alguno de los caminos se despejase.

Pero primero tenían que encontrar donde refugiarse de los muertos una vez encendieran la sirena estarían expuestos, tendrían que correr rápidamente a algún lugar cercano y ocultarse, un lugar desde el que también pudieran tener una visión de los caminos que podrían usar y una vez estuvieran despejados ir hacia ellos. En teoría el plan era sencillo pero la practica era otra historia ya que no sabían donde podrían ocultarse y no sabían si los portales de las viviendas que rodeaban el parque estarían bloqueadas, debían ser meticulosos pero el tiempo corría en su contra, decidieron encender la ambulancia y esconderse detrás de uno de los edificios de dos planta cercano a la ambulancia, se irían turnando para mirar los posibles caminos y una vez despejados correrían hacia ellos.

Una vez acordado el plan tocaba ponerse en marcha. Se acercaron lentamente a la ambulancia con la esperanza de que aun funcionase, las puertas estaban abiertas pero podría estar sin batería o simplemente con que las llaves no estuvieran puestas en su sitio todo el plan se vería arruinado. Llegaron a la ambulancia la cual dieron gracias al cielo que no estaba rodeada de muertos, había alguno rondando cerca pero no parecían suponer un problema. Silvia entró en la ambulancia y se sentó en el asiento del piloto mientras Rafael vigilaba por los alrededores, no querían ninguna sorpresa así que Rafael permanecía vigilando el exterior del asiento del piloto, el cual habían cerrado la puerta por precaución pero con las prisas del asalto al vehículo olvidaron cerrar la otra puerta.

Silvia pasó su mano por el contacto donde debería estar la llave rezando por que estuviera ahí. La palma de su mano se encontró con un hueco vacío y sus esperanzas se desvanecieron, tenía a decírselo a Rafael así que se dispuso a abrir la puerta cuando algo tiró de ella hacia el lado contrario con más fuerza de la que Silvia era capaz de soportar y cayó de espaldas al asiento del copiloto con la vista en el techo del vehículo hasta que en su rango de visión apareció una pútrida cara muerta con la boca abierta haciendo caer un reguero de sangre en la cara de Silvia que instintivamente gritó todo lo que pudo y con sus manos intento alejar las fauces de ese monstruo de su cuello, no quería perder la vida tan pronto, no quería irse al otro lado sin haber visto por última vez a su prometido, apenas le quedaban fuerzas y ya podía oler la boca de aquel ser que desprendía un olor indescriptible, se quedó totalmente sin fuerzas y cerró los ojos esperando el fatídico final de su vida devorado por un monstruo dentro de una ambulancia, qué irónico. No le dolía nada, que extraño, supuso que morir en esas circunstancias le dolería un poco mas. Abrió los ojos y cuando lo hizo lo que vio fue la cara de Rafael mirándola.

— Rubita, tenemos que andarnos con mas ojo, tu grito ha atraído a mas de esas cosas así que mas te vale que te des prisa en encontrar esa maldita llave. — La satisfacción que sintió al saber que no estaba muerta fue inmensa, con fuerzas renovadas al saber que seguía viva comenzó a buscar por todos los escondrijos donde ella sabía que podrían estar escondidas las llaves y tenía razón, en una de las viseras que se usan para tapar el sol, metida en uno de los bolsillos de los que disponía se encontraba la llave y rápidamente la puso en el contacto, no le hizo falta encender el vehículo, tan solo presionó uno de los botones del panel y las luces se encendieron emitiendo el clásico sonido de las ambulancias. Ahora tocaba salir corriendo. Silvia se bajó de la ambulancia mientras veía como Rafael aplastaba algunos cráneos con una de las tablas con clavos pero ya se veía como la multitud de monstruos iban hacia la ambulancia a paso torpe, pero condenadamente rápido así que se ocultaron detrás de uno de los pequeños edificios desde el que si se asomaban tenían una buena vista de la plaza.

— Mira Rafael, ese callejón nos sirve y esta despejado. — Silvia vio como si estuviera iluminado uno de los caminos que les servirían para escapar, desde su callejón hasta ese había que cruzar la plaza que se había despejado considerablemente ya que estaban todos demasiado entretenidos con la ambulancia así que corrieron todo lo que sus piernas les permitían esquivando algunos muertos por el camino que intentaban atraparlos pero para la suerte de ellos, eran mas rápidos que los muertos.

Llegaron al callejón exhaustos y se sentaron durante un minuto, habiéndose asegurado previamente de que todo estaba despejado. El callejón no era lo suficiente ancho para que dos personas caminaran en paralelo cómodamente así que tenían que ir uno detrás de otro. Rafael iba delante con cautela, el callejón no medía mas de seis o siete metros de largo y una vez atravesado llegarían a la calle donde de encontraba la casa de sus suegros.

El callejón llegó a su fin y Rafael pudo ver la casa donde su mujer y su hijo habían ido, rezaba por que estuvieran bien, vio su coche con las puertas abiertas pero no había signos de lucha ni de sangre así que debían haber salido del coche, había esperanzas.

La calle era una calle estrecha con una carretera de un solo carril y sin aparcamientos, y los edificios no superaban las tres plantas y estaba despejada de monstruos, gracias seguramente al ruido de la ambulancia. Se llegaba a oír golpes en algunos portales signo de que habría alguno atrapado sin poder salir pero no supondrían un problema, Rafael señaló con el dedo la casa de los padres de su mujer y los dos se quedaron pasmados cuando por una de las ventanas tapadas con maderas apareció una pequeña mano agitándose, era de la casa donde debía estar su mujer y Rafael al ver la pequeña mano olvidó toda precaución y corrió hacia el portal, Silvia no tuvo mas remedio que correr detrás de el, pasó el coche de su mujer y cuando apenas le quedaban unos metros para llegar al portal Rafael cayó de bruces al suelo y empezó a gritar, cuando Silvia llegó a donde había caído vio como un horripilante muerto al que le faltaba toda la parte inferior del cuerpo desde la cintura, dejando al arrastre sus intestinos y sus órganos le había agarrado de los tobillos y eso era lo que le hizo caer, vio también como los dientes de ese monstruo se hallaban clavados en una de las piernas de Rafael. El gritaba y también se oía a sus suegros y su hijo gritar su nombre, Silvia divisó como por uno de los callejones empezaban a llegar muertos y se percató de que el ruido de la ambulancia había dejado de sonar, alguno de esos monstruos debía haber pulsado el botón de apagado y los gritos de Rafael y su familia les atrajeron hacia ahí. A Silvia no le gustó lo que pasó a continuación, el muerto que había mordido a Rafael se le estaba subiendo encima y le estaba arrancando literalmente el cuello, solo oía gritos y veía monstruos acercarse hacia ella, estaba en shock, no podía pensar ni hablar ni moverse, todo pasaba como en las películas, a cámara lenta y debía reaccionar. Un grito la sacó de su estado, un grito que la hizo reaccionar, escuchó como el chico gritaba papá y eso encendió algo en la mente de Silvia, debía sobrevivir a toda costa, debía mantenerse a salvo no solo por ella misma así que se dio la vuelta y comenzó a correr en dirección contraria a los gritos y a los muertos que iban apareciendo, dejando a su espaldas gritos y muerte por doquier. Pero necesitaba mantenerlo a salvo y hizo lo que fue necesario para ello, aunque supusiese asesinar a otras personas indirectamente. Corrió y corrió con los ojos empañados en lágrimas hasta que dejó el pueblo atrás y siguió corriendo sin mirar a su espalda, todo estaba borroso, sabía por donde iba y hacía donde iba, se conocía bien el camino pero no veía nada a causa de las lágrimas, y después de varias horas corriendo se cayó de rodillas llorando y jadeando y vio a lo lejos un recinto vallado y con vegetación que cubría las vallas para que no se viera lo que había en el interior, reconocía esa valla, había llegado al aeropuerto.

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